Isla de Tromso - Noruega
Desde hace muchos años mi sueño siempre fue visitar el norte de europa para, principalmente, ver las auroras boreales, por lo tanto tenía qeu ser en invierno ¿Y que mejor fecha para viajar que en navidades? Así que desde marzo de 2017 ya tenía el avión con la aerolínea Norwegian y en verano encontré un piso en Airbnb, los hoteles se escapaban exageradamente de nuestro presupuesto, después de todo Noruega es uno de los países más caros de europa, así que por primera vez decididmos arriesgarnos en esta forma de viaje, ¡y no nos pudo ir mejor!
Llagamos al aeropuerto de Tromso a las 12 de la noche, con una tormenta de nieve interesante que pensabamos que nos costaría llegar, pero los taxis con sus cadenas iban y venían sin problemas y nos llevaron al piso enseguida, en Laponia es lo normal, en Canarias con semejante cantidad de nieve no saldríamos de casa ni por obligación.
Al día siguiente no teníamos nada contratado así que nos decidimos a salir a comprar comida, ver un poco la ciudad y subir al teleférico fjellheisen que se envuentra fuera de la isla en la montaña de Storsteinen cruzando el puente.
Según pasas por el puente que es tanto peatonal como para coches te das de bruces contra La Catedral de Ártico, pero su nombre es iglesia de Tromsdalen que se encuentra en el barrio de Tromsdalen, que fue construida en el año 1965. Está construida simulando ser una aurora boreal, por eso su forma tan àrtícular, con los años se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y se vende en forma de llaveros y camisas para los viajeros en las tiendas de souvenirs.
Seguimos caminando por la nieve hasta llegar al teleférico y al llegar arriba, a pesar de los -6ºC de temperatura que hacía nos quedamos maravillados con las vistas del atardecer, que por cierto, era a la 13:00 del mediodía a pesar de la oscuridad, la noche polar es mágica.
El teleférico que hay en Tromsø fue construido en 1961 pocos años antes de la catedral por Brødrene Jakobsens Rederi, una compañía naviera de la zona.
Allí en lo alto de la montaña decidimos almorzar, auqneu ya era de noche y parecía la cena, aunque no es un sitio barato (al igual que el resto de la ciudad) lo recomiendo enormemente, las vistas y lo buena que está la comida lo vale.
Al día siguiente nos dirigimos a la siguiente excursión, un paseo en trineo de perros que incluía almuerzo, té de frutas para calentarnos, sopa de reno y la mejor tarta de chocolate que hemos probado nunca.
En la ciudad está el museo Polar, el cual es una buena opción para una tarde que no tengas nada que hacer o el frío cale en los huesos, en él se cuenta la historia de la exploración del Ártico desde la ciudad, está ubicado en la antigua Aduana, un preciosos edificio rojo que está en el muelle y que data del año 1830.
Quien diga que se come mal en noruega no ha comido nunca, nosotros disfrutamos mucho con su gastronomía y sus cervezas regionales.Ellos presumen mucho de tener la cerveza que se fabrica más al norte, la Mack, que se puede encontrar en todos los restaurantes.
Pero lo que más nos gustó, sin duda alguna fueron las preciosas auroras, se veían prácticamente desde cualquier lugar medianamente oscuro, incluso desde el apartamento que alquilamos pudimos disfrutarlas desde el sofá tomando uin té caliente. Aún así nos animamos para hacer una excursión para verlas en otro entorno, donde también nos ofrecieron comida de la zona, sopa de pescado y verduras.
Pero nos surge un problema, se congela el objetivo de la cámara a temperaturas de -15ªC y este es el resultado:
Finalmente tras una semana de exploración, adaptarnos a las temperaturas y descubrir un nuevo método de vida toca volver a casa, no sin antes disfrutar de las vistas que nos regala el norte de europa: